(Dedicatoria al profesor, Sr. Filomeno Macedo Ordóñez)
Escribe:
Américo García Maldonado
“El día 26 de
agosto cumpliría años el profesor Macedo -me dice Luís Alberto Lingán-, tienes
que escribir algo al respecto”. La idea dio vueltas en mi cabeza. Recordé que
mi agradecimiento al profe había quedado en el tintero. Sin dudar, tomé la
computadora, puse las manos en el teclado y dí rienda suelta a mis recuerdos.
Para usted
profesor, Filomeno Macedo:
Siempre
lo quise decir. El tiempo pasó, usted se nos fue y, por equis motivos, no pudo
ser. Disculpe profe. Sé que no va a leer estas palabras, pero no importa.
Quiero decirle que usted nos regaló la mayor alegría deportiva que nuestro
colegio guarda en la memoria. Los torneos Interescolares de los años 69 y 70.
“Ustedes solo
piensan en fútbol, hay que hacer atletismo, barras, básquet, planchas...” era
su muletilla. “A ver grandazo hazte quince planchas o te jalo de año”, me solía
decir en las clases de Educación Física en el Coliseo Cerrado o en la pista de atletismo
en Barranco donde corríamos 100, 200 y 400 metros planos. Hasta que un día
agarró la dirección técnica de la selección del colegio, y cambió de opinión
con respecto al fútbol. Se enamoró del cargo y, de ahí en más, empezó su gran
labor.
Tuvo pupila y
buena mano para elegir y conducir a un grupo de buenos jugadores. Formando un
equipo respetable, admirado y envidiado por Grandes Unidades escolares que nos
superaban en infraestructura e historia futbolística. No había para implementos
deportivos, se hicieron hasta rifas para conseguirlo y se buscaba donde
entrenar, pero jamás nos achicamos; por el contrario, superamos la adversidad.
Con esfuerzo, calidad y entrega total, estuvimos a la altura de los mejores
equipos. Memorables partidos de fútbol de nuestra selección nos llevó a
instancias finales de la competencia. En los entrenamientos, usted permitió
bromas en su momento y puso mano firme para frenar algún exceso. Navegó desde
barras, planchas y abdominales hasta el pizarrón con planteos tácticos. Sufrió
como nadie en la derrota y gozó complacido en la victoria. Casi se arranca los
pelos de bronca por la expulsión de “Coco” Rojas ante el Señor de los Milagros
en cancha del Hipólito Unanue.
No le fue
esquivó a los apodos y a la hora de dar órdenes, los gestos acompañaban sus
palabras: ¡Bien ahí Gallinazo...! ¡Salga al cruce Loro...! ¡Lindo mi Manco...!
La inyección psicológica indicaba cercanía con el jugador, motivo suficiente
para darle confianza en sí mismo.
Usted fue el
artífice de fundirnos en un abrazo de locura entre profesores y alumnos en el
cemento de la tribuna. Veo su rostro complacido ante el vuelo de Villanueva en
la línea para evitar el gol. Al chato le brindaban seguridad, “El Mono” Porras,
Elías y Gonzáles, una defensa que ante el peligro “cepillaba” sin miramientos.
Un medio de mucho toque, Rojas, Lobatón, Navarro, León. Adelante había
espectáculo y goles, Espinoza, Robles, Salazar, Gastúlo, Machado... Estuvimos
cerca del título, profe, muy cerca. No se dio, pero se hizo demasiado. Ese
equipo también llevó su calidad a Ayacucho, Huaráz y Tarma para
enfrentar a colegios lugareños. En Huaráz, el profe Postigo reforzó al equipo,
demostrando ser un gran jugador.
Gracias
profesor Macedo por convocarme a la selección coronadina, usted y yo sabemos por
qué no llegué a jugar. Más allá de la escuela seguimos la buena relación junto
a Fernando Carrillo, Alberto Lingán, Héctor Sarria y muchos ex alumnos. También
los profesores Adolfo Postigo, Carlos Zarria entre otros. Compartimos
espumantes vasos y noches interminables. Charlas de política y filosofía.
Pasando por Mao y Confucio, Haya y Belaúnde. Me dijo que por su inclinación
política se había distanciado de algunos colegas.
Unos tragos de
chicha de jora para bajar la jalea en alguna carpa del trébol de la Av.
Zarumilla. Unas cervezas en un bar del Jr. Huancavelica o en la casa de Luis
Alberto Lingán, Jr. Tayacaja. No me olvido de sus originales frases “Sé pelear”
(flexionando el brazo con el puño cerrado) “Chicuelo” “Con todo respeto”. Y la
mención recurrente a su “Flaca”, infaltable en su coloquial lenguaje.
¿Se acuerda
profe cuando fuimos con Héctor Sarria a su estudio de abogados a la vuelta del
Ministerio de Educación? Salimos a brindar. Dos cajas después lo acompañamos a
tomar su movilidad para que viaje a Chiclayo. Los tres bien “sazonados” nos
embarcamos. Despertamos en Trujillo. Su sorpresa fue grande al vernos a su lado
“¿Y ustedes, que hacen acá?” nos preguntó. Ya era tarde para bajar y seguimos
hasta Chiclayo. Al llegar al destino viajamos en taxi hasta Monsefú conducido
por Enrique Castrillón, jugador del Juan Aurich, que se ganaba unos mangos en
sus horas libres para llenar la olla según nos contó. Luego se reunió con otras
personas y decidieron viajar a Piura. “Ahora sí, muchachos -nos dijo- tienen
que regresar a Lima”. Obedientes como en el aula, emprendimos el retorno previo
almuerzo y paseo por la ciudad.
Cierto día,
Sarria y yo lo invitamos a “La Gruta”, una cantina de medio pelo, al lado del
cine Alfa, cuadra 2 de Rufino Torrico. Una radiola surtida de tangos, boleros,
guarachas y aserrín. Unas heladas, unas monedas y el acetato giraba al compás
del bandoneón “Adiós muchachos, compañeros de mi vida, barra querida de
aquellos tiempos...” en la voz del inconfundible Carlos Gardel como fondo de la
conversación. Su rostro sereno le dio permiso a una lágrima ¡Que recuerdos
profe...!
Gracias por
sus enseñanzas de vida. Por ser un hombre frontal, sin pelos en la lengua y
convencido de sus ideas políticas. De usted tomé, para siempre la frase “Con
todo respeto”. Por eso y muchas cosas más querido profe, donde quiera que esté
vaya un abrazo fraterno de su alumno que no lo olvida. Disculpe por tardar
tantos años en decirlo...disculpe.
Plantel casi completo del seleccionado coronadino. Campeonato Interescolar 1969, Estadio Municipal de Surquillo. |
Inaguración del Campeonato Interescolar de Fútbol 1970. Estadio Nacional de Lima |