Escribe: Américo García Maldonado
Y |
un día nos dejaste, Coco. Te fuiste de
repente, sin fundirnos en un abrazo. Ahora ya está, la vida es así. Atrás quedó
aquel joven alegre de años escolares que nos regalaba su arte. En el día del
maestro, eras el primero en salir al frente. En toda festividad escolar, tu
presencia era obligatoria. Hiciste gala de tu vena artística, y te hiciste
dueño del escenario con personalidad y simpatía.
Atrás quedó aquel estudiante del antiguo uniforme escolar animando con talento toda actividad Coronadina, entonando Valses, bailando Marinera y recitando Décimas de Don Nicomedes Santa Cruz.
La Marinera en tus pies,
Nicomedes en tu voz. Nos enseñaste a querer al decimista de anchos bigotes. Aún
perdura en la memoria el eco de lejanas estrofas: “Como has cambiado pelona,
Cisco de carbonería...” “A cocachos aprendí en la escuelita fiscal del barrio
donde nací...” “¡Ay canamas camandonga! ¿Qué tiene mi cocotín? Mi neguito
chiquitín, acuricurícandonga...”
En el fútbol supiste ser figura indiscutible de nuestra Selección dirigida por el profesor Filomeno Macedo. “Ojos en la nuca” para ver el juego. Quiebre, velocidad y potente disparo. Ser un jugador “de pocas pulgas” truncó tu deseo (y el nuestro) de seguir disfrutando de tu calidad futbolística. Hiciste diabluras al lado del “Mono” Gastulo, “Manco” Salazar. El manejo de “Loba” Lobatón, y el despliegue de Navarro. La seguridad del “Chato” Villanueva, “Mono” Porras, “Loro” Aranibar, “Zapatón” Gonzales, Félix Elías...
Egresado del secundario, tu
camino siguió siendo el arte. La jarana con guitarra y cajón fueron el
preámbulo de aplausos nocturnos en los escenarios de distintas Peñas.
Gracias, Jorge Juan Rojas Correa,
hermano, Compañero y amigo. Hiciste historia en la escuela que nos supo cobijar.
Vivirás por siempre en el recuerdo de los Coronadinos.