miércoles, 21 de julio de 2021

En el Bicentenario de nuestra Independencia

 En el

Bicentenario

de nuestra

Independencia

 

P

róximos a celebrar el Bicentenario de la Independencia de nuestro país, Perú; y, como muchos (sino todos), nos aprestamos a celebrar aquella fecha memorable en la que, ciudadanos de Perú y algunos extranjeros, en la Plaza Mayor de la ciudad de Lima, un sábado 28 de julio de 1821, el General Don José de San Martín proclamó nuestra independencia.

 

Proclamación de la Independencia del Perú - Lima, sábado 28 de julio de 1821

Rememorar esa fecha, de tanta trascendencia para los destinos de nuestros pueblos, nos obliga a preguntarnos el porqué de esta independencia; y que, si logramos tener enseñanza de aquello, muy seguramente –en el presente- nos esforzaremos para que esta “independencia” se haga más tangible siendo libres de todo aquello que, posiblemente, impidan la práctica de una libertad como nuestros precursores y héroes de la independencia la concibieron; y hoy, en medio de un mundo y economía globalizados, pero con el mismo espíritu con que se consumó nuestra independencia doscientos años atrás, proponernos un sistema o patria tal que, libre de toda injerencia extranjera e interés mezquino, otorgue a nuestras mayorías la paz en justicia que todos los hombres y mujeres de bien aspiramos.

 

Se nos refiere, por los registros de nuestra historia; que, uno de los desencadenantes más importantes que devinieron en el descontento del criollo, mestizo e indígena peruano de entonces; y, fundamentalmente, en las élites tanto de Lima como en la serranía de nuestro país, fueron las reformas borbónicas, medidas políticas y económicas restrictivas y represivas; que, afectándolos, provocarían un sentimiento de rechazo y, después, separatista para ir concibiendo la idea, cada vez más firme, de desligarnos del reino español.

 

Paralelamente, por aquellos tiempos ya se habían gestado los movimientos independentistas en los Estados Unidos de América, del Reino de la Gran Bretaña; y, en Europa, la Revolución Francesa; hechos que, a la vez que llamaron la atención de todo el mundo de entonces, levantaron ideales (ilustración y liberalismo); que, a la postre, fertilizarían las metes libertarias de los próceres y héroes de nuestra independencia.

 

Por otro lado, y no menos importante, es el hecho que, desde establecido el virreinato en el Perú, este sistema no tuvo la capacidad para mantener una relación de concordia entre las élites de poder (económico-político) que, por entonces, tanto en Lima y ciudades importantes (Cuzco, Arequipa y Trujillo), serían las que alimentarían la idea de reformas más concretas y hasta radicales; que, porque España estaba –entonces- inútil para atenderlas, y menos aceptarlas (España pasaba por conflictos bélicos con países vecinos; y, por último, fue invadida por el ejército de Napoleón), esto iría dando mayor fuerza a la necesidad de independizarnos de un yugo –ya incompetente- como el de España. Se sabe que, como hoy, en nuestros días, siempre hubo privilegios para las élites de Lima vs las de provincias.

 

Sin embargo, y porque la condición del Virreinato de Perú fue distinta a los otros virreinatos (Río de la Plata y Nueva Granada, además de la Capitanía de Chile), esto explica el por qué, según los historiadores, Perú llegaría a ser el último bastión donde se consumaría la independencia del reinado español en esta región de América. En efecto; recuerdo que, en la clase magistral que nos impartió nuestro querido profesor, Don Felipe Marquina, aquel miércoles 18 de setiembre de 2019, entendimos que no todos los nobles o personalidad de Lima estaban interesados en la independencia; y, a la luz de la historia, este interés sí estaba más arraigado en las élites de nuestra serranía.

 

“Así, vemos que el virreinato del Perú se establecía como el eslabón fidelista y realista en América, y debía ser derribado para consolidar la independencia del continente. La dura represión y la fidelidad de la elite dominante provocaron que este proceso no se pudiera articular dentro del virreinato, por peruanos. Se debía esperar otro momento de la historia para llevarla a cabo.” [La Independencia del Perú – Fundación Telefónica]

 

 “El primer levantamiento en el virreinato peruano desde la rebelión de Túpac Amaru II fue el de Tacna en 1811. Relacionado a los sucesos en el Alto Perú donde las tropas bonaerenses avanzaban hacia el río Desaguadero, un grupo de criollos tacneños bajo el mando de Francisco de Zela asaltó los cuarteles de la milicia el 20 de junio. La derrota de las tropas bonaerenses ese mismo día dejó sin asidero a la rebelión que fue reprimida días después.”

 

“Luego, en Huánuco en febrero de 1812 un grupo de criollos e indígenas se levantaron en contra del régimen colonial. La inusual alianza entre indígenas y criollos se vio rápidamente deshecha por los últimos, que luego de iniciar y liderar el movimiento optaron por separarse y hasta ayudar a reprimirlo. La participación indígena yanacona y el poco número de curacas hizo posible que no aparecieran los usuales antagonismos entre grupos locales y que se configurara un objetivo común en contra del poder central. Los rebeldes tomaron la ciudad y la saquearon, además de ahuyentar a sus habitantes. En ese momento la facción criolla y mestiza del movimiento se separa e inicia acciones contrasubversivas, enfrentándose a los indios en Huamalíes. Poco después, y gracias a la existente militarización de la zona desde la rebelión de Juan Santos Atahualpa, la represión realista dio fin al levantamiento en marzo de 1813. Los dirigentes Juan José Crespo y Castillo, José Rodríguez y Norberto Haro fueron ejecutados.”

 

“Nuevamente en Tacna el 3 de octubre de 1813 y también relacionada a una incursión rioplatense en el Alto Perú en 1812 bajo el mando de Manuel Belgrano, hubo un levantamiento que tomó la ciudad. La derrota de los bonaerenses en noviembre bajo las tropas lideradas por Joaquín de la Pezuela provocó la derrota de la rebelión y la fuga de los líderes al Alto Perú.”

 

“Finalmente, el levantamiento del Cuzco en 1814 fue el más importante por su envergadura y sobre todo por involucrar la ciudad más importante del sur andino. Liderada por los hermanos Vicente y José Angulo, Gabriel Béjar, Manuel Hurtado y el clérigo José Días Feijóo, miembros de la clase media criolla y mestiza educada y letrada, se rebelaron en contra de la Audiencia del Cuzco al no acatar la Constitución liberal de 1812 y por implantar un régimen absolutista que limitaba sus derechos. Rápidamente los indígenas se plegaron al movimiento al ser convocados por Mateo Pumacahua y se dieron manifestaciones de nacionalismo indio, a la vez que los líderes explotaban los códigos andinos milenaristas, pues declararon su intención de crear un imperio independiente al de Lima con base en el Cuzco.”

 

“Al igual que durante la rebelión de Túpac Amaru II, la radicalización del movimiento por parte de los indígenas y las violentas acciones contra todos los explotadores dentro de los cuales se encontraban mestizos y criollos, provocó que la dirigencia se separara del movimiento lo cual causó su colapso aún antes de la llegada de las tropas enviadas desde Lima. Finalmente, el movimiento fue reprimido el 11 de marzo de 1815 en Umachiri y sus líderes ejecutados, incluyendo los hermanos Angulo, el cacique Mateo Pumacahua, antiguo aliado colonial durante la rebelión tupacamarista y el conocido poeta arequipeño Mariano Melgar. La envergadura y articulación multiétnica que llegó a tener este movimiento en su apogeo ha permitido afirmar a ciertos investigadores que si el apoyo de los criollos hubiese continuado, lo más probable es que la rebelión del Cuzco hubiera logrado una victoria en contra del poder central, consiguiendo así la caída del régimen virreinal limeño y por consecuencia la independencia de España. El historiador Jorge Basadre menciona que esta rebelión habría desembocado en una república con una base multiétnica de espectro mucho más popular que la que realmente se dio concebida por las clases propietarias e intelectuales de base criolla después de 1821.”

[La Independencia del Perú, el Movimiento Independentista, Conspiraciones y Levantamientos – Fundación Telefónica]

 

“Donde la causa sanmartiniana no fue vista con buenos ojos, evidentemente, fue en la aristócrata Lima. Inclusive con la crisis económica causada por la onerosa y ya inútil defensa del virreinato y el asilamiento económico, las elites apostaron al monopolio y absolutismo económico brindado por la Corona española, al menos hasta 1820 antes de la rebelión del general Rafael de Riego. Finalmente el ejército extranjero tuvo que ser aceptado en la medida que garantizaba el orden interno y planteaba una monarquía constitucional, pero su debilidad militar, los errores tácticos de San Martín y su adicción al opio producto de enfermedades quebraron las posibilidades de consolidar la independencia en el Perú.” [La Independencia del Perú, la Independencia – Fundación Telefónica]

 

“El general argentino Don José de San Martín (1778-1850) tenía la idea fija que la única manera de consolidar la independencia en los virreinatos sudamericanos era conseguir la misma en el virreinato peruano.”

 

El 8 de setiembre de 1820, se produjo “El desembarco en la bahía de Paracas, a unos 200 kilómetros al sur de Lima, de cuatro mil hombres argentinos y chilenos buscó acelerar y agudizar las tensiones internas del virreinato, a la vez que apoyar a las causas separatistas locales existentes. Entre octubre de 1820 y abril de 1821, gracias a la campaña proselitista de Álvarez de Arenales y al anuncio de la libertad de los negros esclavos si se unían al movimiento, el ejército sanmartiniano contó con sus primeros aliados peruanos. El posterior traslado a Huacho, en la costa norte, tuvo el mismo efecto de acelerar un proceso que hubiese demorado mucho tiempo. El 29 de diciembre la ciudad de Trujillo declaró su independencia y su apoyo a San Martín, luego Piura, Cajamarca, Chachapoyas, Jaén y Maynas hicieron lo mismo. Este proceso merece ser analizado cuidadosamente, pues las intenciones de hombres como el criollo limeño José Bernardo Tagle, marqués de Torre Tagle, intendente de Trujillo y principal gestor de la declaración de independencia en su localidad, aun no son claras. Para algunos investigadores la independencia de esas localidades fue producto no de la llegada del ejército sanmartiniano, sino de la voluntad popular por emanciparse de España; mientras que para otros académicos, debe verse el problema más como una cuestión de intereses económicos y políticos, como el caso mismo de Torre Tagle a quien le eran conocidas sus frustradas expectativas por ser nombrado en un cargo más alto.”

 

“La sorpresiva salida de La Serna de Lima dejó a la ciudad sin protección por cuatro días, en los cuales hubo manifestaciones violentas contra establecimientos comerciales de criollos. La entrada a la ciudad, sin resistencia, por parte de San Martín el 10 de julio fue por ello bien recibida por casi todos los sectores, menos por la elite que aun observaba con recelo a los libertadores. La aristocracia limeña tuvo que aceptar el proyecto libertador de San Martín, más obligada por las circunstancias que por decisión propia, mas no brindó mucho apoyo económico. De esa manera, la firma del acta de la Independencia el 15 de julio por parte de la aristocracia limeña y la posterior declaratoria el 28 del mismo mes fueron simples formalidades. La real independencia del Perú se lograría con la derrota de las tropas realistas acantonadas en los andes.”

[La Independencia del Perú, La Corriente Independentista del Sur, La Campaña del Perú – Fundación Telefónica]

 

“El 28 de julio de 1821, el General Don José de San Martín declaró la independencia en la actual capital peruana proclamando que: “El Perú es, desde este momento, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende.”

[https://www.enterarse.com/20200728_0001-la-proclamacion-de-la-independencia-el-peru-libre-e-independiente-por-la-voluntad-general-de-los-pueblos]

 

Desde aquella crucial ocasión en la historia de nuestro bandito país, y porque nos fue difícil vivir libres de un yugo caduco (quizá porque no supimos proyectarnos como una nación libre, soberana); nuestro país, y el sistema republicano que –finalmente- llegamos a adoptar, ha sufrido 14 golpes de estado; intentando, de esta manera, interrumpir el orden que, en lo mejor de nuestros fundadores, concibieron para proveernos una patria con dignidad e igualdad de derechos consagrados en ley; y, 200 años después, en el Bicentenario de la Independencia de nuestro país, Perú, quisiéramos haber aprendido lecciones de cómo esta gesta libertadora se dio; y que, lo más racionalmente, nuestros más representativos políticos, pensadores y hombres de bien; y, por qué no decirlo, todo el Perú, consciente de la política que debe imperar en nuestro país, ¡EN JUSTICIA!, participe, y siempre en justicia y paz, porque la justicia de la causa que Dios defendió, aquella mañana del 28 de julio de 1821, en la proclamación de nuestra independencia, siga inspirándonos para hacer de este país más justo, en todo el sentido de la palabra. ¡Que el Dios de Jacob (como reza una de las estrofas de nuestro himno), Yehováh es Su nombre, guarde a nuestro país! Es mi oración. Amén.

 

¡Viva el Perú!