jueves, 21 de marzo de 2019

Challe y la historia de una “Huachita”
Escribe: Américo García Maldonado

S
Roberto Challe luciendo la camiseta
crema de la U
iempre fui Blanquiazul. Siempre me gustó el buen futbol. Y siempre admire a los cracks de otros equipos sin importar el color de su camiseta, porque los cracks no tienen colores, simplemente son cracks. Y son de todos, de todos los que amamos el buen juego. Uno de esos artistas del balón fue Roberto Challe Olarte.

Roberto surgió en el fútbol peruano en 1965, con la camiseta del Centro Iqueño. Club considerado semillero del fútbol peruano. Donde había cabida para cualquier muchacho de barrio que tuviera condiciones. Bastaba llevar un par de chimpunes viejos o remendados envueltos en papel periódico y la oportunidad se hacía realidad. Allí nacieron figuras como Roberto “Tito” Drago, José Del Castillo, Jesús Peláez, Julio Meléndez, Guillermo Delgado, Moisés Barack, Juan Biselach, Alejandro “Pique” Zevallos, Ramón Mifflin y tantos otros.

El Iqueño era una escuela de fútbol fino, de excelente trato a la pelota. Con esos argumentos rápidamente se ganó la simpatía de toda la afición peruana. El profesor Eugenio Castañeda, entrenador de los infantiles, fue el artífice de esa escuela. A su vez, el equipo albo fue considerado “La sombra” de Alianza Lima por muchos años. A los “Íntimos” les costaba una enormidad ganarles.

Challe y el Rey "Pelé" antes de un amistoso
Universitario vs. Santos de Brasil
A Challe lo vi desde sus inicios, y ya demostraba ser “un diferente”. Flaquito. Con cara de niño. Atrevido. De pases exactos, al pie o al vacío para aprovechar la velocidad de algún compañero. Con ese abanico de cualidades y la picardía traída del barrio de Magdalena conquistó a los hinchas de todos los equipos. Ante semejante realidad, los directivos de la U le echaron el ojo. Pusieron el dinero y se adueñaron de su pase.

Cierto día, cursando el 1º de media, dejé de lado mis obligaciones escolares y fui a ver el primer entrenamiento de Challe en Universitario. Me acerqué a la vieja cancha de la calle Odriozola, en Breña, mi barrio.

Al equipo crema lo entrenaba Marcos Calderón. La U tenía figuras de renombre: Humberto Arguedas, Nicolás Fuentes, José Fernández, Luis Cruzado, Oscar Ríos, Luis Zavala, Víctor Calatayud, Ángel Uribe entre otros.

Gran cantidad de aficionados nos ubicamos en los tablones del “Lolo Fernández”, ávidos de verlo en acción. Subí a lo más alto de la tribuna para ver mejor. Me senté al lado de un chiquillo de unos 9 o 10 años, el chico tenía las manos ennegrecidas, una caja de madera con latitas de betún, una escobilla y una franela. Iniciamos una trivial conversación.

“Soy lustrabotas” –me dijo– “dejé de chambear para ver el entrenamiento, soy hincha de la U.”
“Yo soy Alianza y vine a ver a Challe, no me lo podía perder” Le respondí.

El técnico forma dos equipos. Se inicia el encuentro entre titulares y suplentes. Mientras saboreaba mi “marciano” de lúcuma esperaba ansioso que le llegara el balón a Roberto. Pasan los minutos. En el fragor del juego ocurren buenas jugadas y algunas asperezas. Llega el primer balón a los pies de Challe, que se encontraba cerca de la tribuna que da al “Callejón del Gato”. Sale a la marca José Fernández, una muralla en el fondo. Un líder. Mezcla de técnica y garra.

¿Qué hace Roberto?...  Con total desparpajo, amortigua la pelota con el pie izquierdo. La duerme con la planta del zapato derecho. Amaga el pase, y frena en seco. El zaguero central, cae en el engaño, y abre las piernas como bailarina de ballet. Roberto, pasa la redonda por el lugar imaginado. El capitán de la U quedó en ridículo, tendido en el césped. La tribuna festeja con sonrisas.

“¡Asu mare...!” – exclamó el lustrabotas.
Yo puse cara de asombro.
“¿Vio eso jovencito…vio eso?... Eso es fútbol”– dijo un señor mayor, mirándome de reojo. Un hombre de rostro sereno de saco gris, camisa blanca y un cigarro entre los dedos.

“¡Alto carajo!... ¡Venga para acá!” – gritó el técnico, abriendo los brazos en forma enérgica, dirigiéndose al joven debutante.

Silencio, silencio absoluto. El juego se detiene. Los compañeros observan la escena con total respeto. El culpable de la “irreverencia” se acerca presagiando lo que vendría. El vozarrón del “Oso” Calderón hizo eco hasta en las casetas de transmisión hechas de madera triplay.

“¡Oiga señor... si usted es payaso, váyase al circo!” – bramó.

Challe, con la cabeza gacha y las manos atrás, escuchó la reprimenda sin decir palabra alguna.
¿Qué habrá pasado por la cabeza de Roberto en ese instante?... Tal vez pensó que una “huachita” sería su mejor tarjeta de presentación…

 
Sotil, Cubillas y Challe con la divisa peruana
                            








                            







2 comentarios:

  1. Excelente relato de lo Vivido en la juventud como nos a ocurrido a todos Nosotros que practicamos siempre el Fútbol, Muchos saludos Americo Garcia desde Caracas. yo Tambien que vivi en en el Rimac con Babalu Martinez y mi amigo Personal Cueto el Padre de la Zurda. estudiamos ene el Colegio de Primaria ( Manuel Pardo), av. Fco. Pizarro jugamos el fútbol en el colegio por salones. yo jugaba con el siempre igual doblándose y corriendo como un Loro. terminamos primaria y el se fue al Ricardo Bentin, cuando yo fui no habia cupo, tube que ir al mejor colegio de Secundaria " El Pedro Coronado Arrascue". Muchas Felicidades y respeto. recordar e VIVIR.#df

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  2. Gracias por tus palabras mi estimado José “Mono” Porras. Un gusto saber de tu persona mi hermano. Tú eras bravo marcando la punta en la Selección coronadina. Cuando el wing se ponía “malcriado” lo “ajustabas” sin miramientos. Te mando un fuerte abrazo

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