Maradona, eterno
Escribe:
Américo García Maldonado
Diego Armando
Maradona y su arte se fueron para siempre. El fútbol y la pelota lo lloran. Fue
inigualable, mágico e irrepetible. Eximio con el balón para contrariar las
leyes de la física. Nos dejó un grande entre los grandes. El diez. El Pelusa.
La zurda de oro. Dios para los fervientes de la iglesia maradoniana.
Diego Armando Maradona, sosteniendo la Copa del Mundo (Mundial México 1986) |
Debo confesar que me apenó profundamente la muerte de Maradona. Imposible contener las lágrimas al escuchar la noticia por radio La Red en el programa deportivo “Un buen momento” conducido por Gustavo López. “Hay movimientos en la casa de Diego, hay ambulancias, algo pasa...adelante Martín Arévalo” dice el conductor a su interlocutor. “No quiero hablar por favor, no quiero hablar, sáquenme del aire por favor...” responde con voz entrecortada el periodista del otro lado de la línea. En el estudio reinó el silencio presagiando lo peor. Segundos después, se escucha a López “Yo no puedo dar una mala noticia, que lo diga la familia”. Estaba todo dicho
En minutos la noticia se esparció como reguero de pólvora por la ciudad. El silencio inundó las calles porteñas. El ruido de los autos parecía no escucharse. “¿Es cierto ché?” “No lo puedo creer” “Lo escuché en la tele ¿será verdad?” se preguntaba la gente mirándose unos a otros con incredulidad. Era verdad, la triste verdad. Los titulares de diarios, revistas y televisión de Argentina y del mundo pasaron a cambiar sus portadas por las del astro argentino. Incluidos los medios no deportivos.
Diego navegó entre amores y odios con la gente. Por su inclinación política tuvo detractores. Muchas actitudes a nivel personal, no reconociendo hijos y su incontrolable incursión en el mundo de las drogas. Era soberbio y humilde. Era terrenal. Era humano. Tenía errores como todos. Un personaje que siempre vivió al límite. Sin frenos. Pero, como futbolista todos estaban de acuerdo. Todos se rindieron a sus pies. Todos se enamoraron de su genialidad. Me pregunté muchas veces que difícil debió ser estar en el cuerpo de Maradona. Soportar tanta presión no es fácil. Y con el tiempo aprendí a quererlo.
Desde niño,
Maradona, recibió elogios y casi desconoció la palabra “No”. Era muy difícil
manejarlo, salvo su madre a quien adoró y extrañó hasta su muerte. Suficiente
una mirada de doña Tota y Diego agachaba la cabeza. Fue un hijo ejemplar.
Adoraba a sus padres Tota y Chitoro como fueron conocidos por la familia y los
amigos. Sus hijas Dalma y Giannina eran su pasión. Un hombre generoso. Del
barro saltó a la cumbre. De la miseria a la opulencia. Se lo vinculó con la “Camorra”
italiana. Se codeó con poderosos políticos y se enfrentó a poderosos políticos.
Se relacionó con lo más graneado del ambiente artístico. Viajó por el mundo
como lo que fue, una estrella. Vivió demasiado rápido, más allá de su edad
cronológica. Unos se acercaron a él en forma genuina. Otros para sacarle
provecho, “los amigos del campeón”.
Corría el año
2001. Fue un 10 de noviembre. La cancha de Boca fue el lugar elegido para su
despedida en el tradicional barrio porteño. Donde algunas calles aún conservan
los adoquines típicos de piedra. Un lugar elegido por genoveses llegados de
Europa. Y la pintoresca calle “Caminito”, preferida por todo turista que visita
Buenos Aires.
Miles de
personas asistieron al templo boquense para ser testigos de tan significativo
homenaje al futbolista más grande que su suelo vio nacer: Diego Armando
Maradona. Para millones, el más grande del mundo de todos los tiempos. Para
otros no es así. Eterna discusión. Soy de la época de Pelé y mi inclinación es
para “O rey”. Pero, no es momento de comparaciones. Cada uno tiene sus
preferencias acorde a la época. Otros dirán Alfredo Di Stéfano. En la actualidad
Leonel Messi. Hay para todos los gustos. Esta tierra bendita en muchos
aspectos, también lo es en tan hermoso deporte. Los potreros argentinos fueron
la cuna de Alfredo Di Stéfano, José Manuel Moreno, Ángel Labruna, Reinaldo
Martino, Enrique Omar Sívori, Ricardo Bochini, Román Riquelme, Leonel Messi
solo por mencionar algunos ilustres, que brillaron con luz propia en el mundo
del fútbol.
Con la camiseta azul oro que lo distinguió en el fútbol argentino, la del Boca Juniors |
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