En el
Bicentenario
de nuestra
Independencia
P |
róximos
a celebrar el Bicentenario de la Independencia de nuestro país, Perú; y, como
muchos (sino todos), nos aprestamos a celebrar aquella fecha memorable en la
que, ciudadanos de Perú y algunos extranjeros, en la Plaza Mayor de la ciudad
de Lima, un sábado 28 de julio de 1821, el General Don José de San Martín
proclamó nuestra independencia.
Proclamación de la Independencia del Perú - Lima, sábado 28 de julio de 1821
Rememorar
esa fecha, de tanta trascendencia para los destinos de nuestros pueblos, nos
obliga a preguntarnos el porqué de esta independencia; y que, si logramos tener
enseñanza de aquello, muy seguramente –en el presente- nos esforzaremos para
que esta “independencia” se haga más tangible siendo libres de todo aquello
que, posiblemente, impidan la práctica de una libertad como nuestros precursores
y héroes de la independencia la concibieron; y hoy, en medio de un mundo y
economía globalizados, pero con el mismo espíritu con que se consumó nuestra
independencia doscientos años atrás, proponernos un sistema o patria tal que,
libre de toda injerencia extranjera e interés mezquino, otorgue a nuestras
mayorías la paz en justicia que todos los hombres y mujeres de bien aspiramos.
Se
nos refiere, por los registros de nuestra historia; que, uno de los
desencadenantes más importantes que devinieron en el descontento del criollo,
mestizo e indígena peruano de entonces; y, fundamentalmente, en las élites
tanto de Lima como en la serranía de nuestro país, fueron las reformas
borbónicas, medidas políticas y económicas restrictivas y represivas; que,
afectándolos, provocarían un sentimiento de rechazo y, después, separatista
para ir concibiendo la idea, cada vez más firme, de desligarnos del reino
español.
Paralelamente,
por aquellos tiempos ya se habían gestado los movimientos independentistas en
los Estados Unidos de América, del Reino de la Gran Bretaña; y, en Europa, la
Revolución Francesa; hechos que, a la vez que llamaron la atención de todo el
mundo de entonces, levantaron ideales (ilustración y liberalismo); que, a la
postre, fertilizarían las metes libertarias de los próceres y héroes de nuestra
independencia.
Por
otro lado, y no menos importante, es el hecho que, desde establecido el
virreinato en el Perú, este sistema no tuvo la capacidad para mantener una
relación de concordia entre las élites de poder (económico-político) que, por
entonces, tanto en Lima y ciudades importantes (Cuzco, Arequipa y Trujillo),
serían las que alimentarían la idea de reformas más concretas y hasta
radicales; que, porque España estaba –entonces- inútil para atenderlas, y menos
aceptarlas (España pasaba por conflictos bélicos con países vecinos; y, por
último, fue invadida por el ejército de Napoleón), esto iría dando mayor fuerza
a la necesidad de independizarnos de un yugo –ya incompetente- como el de
España. Se sabe que, como hoy, en nuestros días, siempre hubo privilegios para
las élites de Lima vs las de provincias.
Sin
embargo, y porque la condición del Virreinato de Perú fue distinta a los otros
virreinatos (Río de la Plata y Nueva Granada, además de la Capitanía de Chile),
esto explica el por qué, según los historiadores, Perú llegaría a ser el último
bastión donde se consumaría la independencia del reinado español en esta región
de América. En efecto; recuerdo que, en la clase magistral que nos impartió
nuestro querido profesor, Don Felipe Marquina, aquel miércoles 18 de setiembre
de 2019, entendimos que no todos los nobles o personalidad de Lima estaban
interesados en la independencia; y, a la luz de la historia, este interés sí
estaba más arraigado en las élites de nuestra serranía.
“Así,
vemos que el virreinato del Perú se establecía como el eslabón fidelista y
realista en América, y debía ser derribado para consolidar la independencia del
continente. La dura represión y la fidelidad de la elite dominante provocaron
que este proceso no se pudiera articular dentro del virreinato, por peruanos.
Se debía esperar otro momento de la historia para llevarla a cabo.” [La
Independencia del Perú – Fundación Telefónica]
“El primer levantamiento en el virreinato
peruano desde la rebelión de Túpac Amaru II fue el de Tacna en 1811.
Relacionado a los sucesos en el Alto Perú donde las tropas bonaerenses
avanzaban hacia el río Desaguadero, un grupo de criollos tacneños bajo el mando
de Francisco de Zela asaltó los cuarteles de la milicia el 20 de junio. La
derrota de las tropas bonaerenses ese mismo día dejó sin asidero a la rebelión
que fue reprimida días después.”
“Luego,
en Huánuco en febrero de 1812 un grupo de criollos e indígenas se levantaron en
contra del régimen colonial. La inusual alianza entre indígenas y criollos se
vio rápidamente deshecha por los últimos, que luego de iniciar y liderar el
movimiento optaron por separarse y hasta ayudar a reprimirlo. La participación
indígena yanacona y el poco número de curacas hizo posible que no aparecieran
los usuales antagonismos entre grupos locales y que se configurara un objetivo
común en contra del poder central. Los rebeldes tomaron la ciudad y la
saquearon, además de ahuyentar a sus habitantes. En ese momento la facción
criolla y mestiza del movimiento se separa e inicia acciones contrasubversivas,
enfrentándose a los indios en Huamalíes. Poco después, y gracias a la existente
militarización de la zona desde la rebelión de Juan Santos Atahualpa, la
represión realista dio fin al levantamiento en marzo de 1813. Los dirigentes
Juan José Crespo y Castillo, José Rodríguez y Norberto Haro fueron ejecutados.”
“Nuevamente
en Tacna el 3 de octubre de 1813 y también relacionada a una incursión
rioplatense en el Alto Perú en 1812 bajo el mando de Manuel Belgrano, hubo un
levantamiento que tomó la ciudad. La derrota de los bonaerenses en noviembre
bajo las tropas lideradas por Joaquín de la Pezuela provocó la derrota de la
rebelión y la fuga de los líderes al Alto Perú.”
“Finalmente,
el levantamiento del Cuzco en 1814 fue el más importante por su envergadura y
sobre todo por involucrar la ciudad más importante del sur andino. Liderada por
los hermanos Vicente y José Angulo, Gabriel Béjar, Manuel Hurtado y el clérigo
José Días Feijóo, miembros de la clase media criolla y mestiza educada y
letrada, se rebelaron en contra de la Audiencia del Cuzco al no acatar la
Constitución liberal de 1812 y por implantar un régimen absolutista que
limitaba sus derechos. Rápidamente los indígenas se plegaron al movimiento al
ser convocados por Mateo Pumacahua y se dieron manifestaciones de nacionalismo
indio, a la vez que los líderes explotaban los códigos andinos milenaristas,
pues declararon su intención de crear un imperio independiente al de Lima con
base en el Cuzco.”
“Al
igual que durante la rebelión de Túpac Amaru II, la radicalización del
movimiento por parte de los indígenas y las violentas acciones contra todos los
explotadores dentro de los cuales se encontraban mestizos y criollos, provocó
que la dirigencia se separara del movimiento lo cual causó su colapso aún antes
de la llegada de las tropas enviadas desde Lima. Finalmente, el movimiento fue
reprimido el 11 de marzo de 1815 en Umachiri y sus líderes ejecutados,
incluyendo los hermanos Angulo, el cacique Mateo Pumacahua, antiguo aliado
colonial durante la rebelión tupacamarista y el conocido poeta arequipeño
Mariano Melgar. La envergadura y articulación multiétnica que llegó a tener
este movimiento en su apogeo ha permitido afirmar a ciertos investigadores que si
el apoyo de los criollos hubiese continuado, lo más probable es que la rebelión
del Cuzco hubiera logrado una victoria en contra del poder central,
consiguiendo así la caída del régimen virreinal limeño y por consecuencia la
independencia de España. El historiador Jorge Basadre menciona que esta
rebelión habría desembocado en una república con una base multiétnica de
espectro mucho más popular que la que realmente se dio concebida por las clases
propietarias e intelectuales de base criolla después de 1821.”
[La
Independencia del Perú, el Movimiento Independentista, Conspiraciones y
Levantamientos – Fundación Telefónica]
“Donde
la causa sanmartiniana no fue vista con buenos ojos, evidentemente, fue en la
aristócrata Lima. Inclusive con la crisis económica causada por la onerosa y ya
inútil defensa del virreinato y el asilamiento económico, las elites apostaron
al monopolio y absolutismo económico brindado por la Corona española, al menos
hasta 1820 antes de la rebelión del general Rafael de Riego. Finalmente el
ejército extranjero tuvo que ser aceptado en la medida que garantizaba el orden
interno y planteaba una monarquía constitucional, pero su debilidad militar,
los errores tácticos de San Martín y su adicción al opio producto de
enfermedades quebraron las posibilidades de consolidar la independencia en el
Perú.” [La Independencia del Perú, la Independencia – Fundación Telefónica]
“El
general argentino Don José de San Martín (1778-1850) tenía la idea fija que la
única manera de consolidar la independencia en los virreinatos sudamericanos
era conseguir la misma en el virreinato peruano.”
El 8
de setiembre de 1820, se produjo “El desembarco en la bahía de Paracas, a unos
200 kilómetros al sur de Lima, de cuatro mil hombres argentinos y chilenos
buscó acelerar y agudizar las tensiones internas del virreinato, a la vez que
apoyar a las causas separatistas locales existentes. Entre octubre de 1820 y
abril de 1821, gracias a la campaña proselitista de Álvarez de Arenales y al
anuncio de la libertad de los negros esclavos si se unían al movimiento, el
ejército sanmartiniano contó con sus primeros aliados peruanos. El posterior
traslado a Huacho, en la costa norte, tuvo el mismo efecto de acelerar un
proceso que hubiese demorado mucho tiempo. El 29 de diciembre la ciudad de
Trujillo declaró su independencia y su apoyo a San Martín, luego Piura,
Cajamarca, Chachapoyas, Jaén y Maynas hicieron lo mismo. Este proceso merece
ser analizado cuidadosamente, pues las intenciones de hombres como el criollo
limeño José Bernardo Tagle, marqués de Torre Tagle, intendente de Trujillo y
principal gestor de la declaración de independencia en su localidad, aun no son
claras. Para algunos investigadores la independencia de esas localidades fue
producto no de la llegada del ejército sanmartiniano, sino de la voluntad
popular por emanciparse de España; mientras que para otros académicos, debe
verse el problema más como una cuestión de intereses económicos y políticos,
como el caso mismo de Torre Tagle a quien le eran conocidas sus frustradas
expectativas por ser nombrado en un cargo más alto.”
“La
sorpresiva salida de La Serna de Lima dejó a la ciudad sin protección por
cuatro días, en los cuales hubo manifestaciones violentas contra
establecimientos comerciales de criollos. La entrada a la ciudad, sin
resistencia, por parte de San Martín el 10 de julio fue por ello bien recibida
por casi todos los sectores, menos por la elite que aun observaba con recelo a
los libertadores. La aristocracia limeña tuvo que aceptar el proyecto
libertador de San Martín, más obligada por las circunstancias que por decisión
propia, mas no brindó mucho apoyo económico. De esa manera, la firma del acta
de la Independencia el 15 de julio por parte de la aristocracia limeña y la
posterior declaratoria el 28 del mismo mes fueron simples formalidades. La real
independencia del Perú se lograría con la derrota de las tropas realistas
acantonadas en los andes.”
[La
Independencia del Perú, La Corriente Independentista del Sur, La Campaña del
Perú – Fundación Telefónica]
“El
28 de julio de 1821, el General Don José de San Martín declaró la independencia
en la actual capital peruana proclamando que: “El Perú es, desde este momento,
libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia
de su causa que Dios defiende.”
[https://www.enterarse.com/20200728_0001-la-proclamacion-de-la-independencia-el-peru-libre-e-independiente-por-la-voluntad-general-de-los-pueblos]
Desde
aquella crucial ocasión en la historia de nuestro bandito país, y porque nos
fue difícil vivir libres de un yugo caduco (quizá porque no supimos proyectarnos
como una nación libre, soberana); nuestro país, y el sistema republicano que
–finalmente- llegamos a adoptar, ha sufrido 14 golpes de estado; intentando, de
esta manera, interrumpir el orden que, en lo mejor de nuestros fundadores,
concibieron para proveernos una patria con dignidad e igualdad de derechos
consagrados en ley; y, 200 años después, en el Bicentenario de la Independencia
de nuestro país, Perú, quisiéramos haber aprendido lecciones de cómo esta gesta
libertadora se dio; y que, lo más racionalmente, nuestros más representativos políticos,
pensadores y hombres de bien; y, por qué no decirlo, todo el Perú, consciente
de la política que debe imperar en nuestro país, ¡EN JUSTICIA!, participe, y
siempre en justicia y paz, porque la justicia de la causa que Dios defendió,
aquella mañana del 28 de julio de 1821, en la proclamación de nuestra
independencia, siga inspirándonos para hacer de este país más justo, en todo el
sentido de la palabra. ¡Que el Dios de Jacob (como reza una de las estrofas de
nuestro himno), Yehováh es Su nombre, guarde a nuestro país! Es mi oración.
Amén.
¡Viva el Perú!
Acta de la Independencia del Perú
Lima, domingo 15 de julio de 1821
La
mayoría de porciones entre paréntesis (“), fueron copiadas del artículo
titulado La Independencia del Perú, en la web de la Fundación Telefónica:
https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/sites/independencia-peru/antecedentes.htm
!
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