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independencia del Perú fue un capítulo fundamental en las guerras de
independencia hispanoamericanas. Fue un proceso histórico y social que abarcó
todo un periodo de revoluciones y conflictos bélicos, los cuales propiciaron la
independencia política y el surgimiento de la República Peruana como un estado
independiente de la monarquía española. Este resultado fue producto de la
ruptura política y la desaparición del Virreinato del Perú, impulsadas por la
convergencia de las corrientes libertadoras de América.
En la imagen de arriba, de izquierda a derecha: Desembarco de la expedición libertadora en la bahía de Paracas, oleo de Juan Lepiani. Seguidamente, la proclamación de la independencia por el General José de San Martín, en viernes 28 de julio de 1821. Al medio (siempre de izquierda a derecha): batalla de Camino Real de la Provincia Libre de Guayaquil hasta entonces parte del virreinato peruano; y batallas de Junín y Ayacucho liderados por el General Simón Bolívar; y, al pie, el Ejército Unido Libertador que eliminó la resistencia española.
Los
antecedentes más remotos de un afán revolucionario pueden rastrearse desde la
misma creación del Virreinato del Perú hasta bien entrado el siglo XVIII. A lo
largo del periodo colonial, algunos movimientos derivaron en auténticas
rebeliones. La sangrienta rebelión de Túpac Amaru II, aunque no fue la primera
ni la última, sí fue la más importante y culminó en una violenta represión por
parte de las autoridades virreinales. Este levantamiento estalló en respuesta a
las reformas borbónicas, y fue la primera vez que los documentos virreinales
usaron el término “insurgentes”, además de que un movimiento proclamó la
abolición de la esclavitud en el Perú. Sin embargo, existe debate sobre si la
finalidad de esta rebelión era realmente la independencia o una revolución del
orden social virreinal.
A
inicios del siglo XIX, como parte de su estrategia de Bloqueo Continental,
Napoleón Bonaparte forzó a los monarcas españoles Carlos IV y su hijo Fernando
VII a abdicar en su favor, entregando luego la Corona española a su hermano,
José Bonaparte. Esto provocó un levantamiento en España y el establecimiento de
juntas de gobierno en varios territorios de España y América, que se disputaron
la hegemonía sin alterar el orden virreinal. Durante este periodo, el virrey
Abascal convirtió al Ejército Real del Perú y al virreinato peruano en la base
de la contrarrevolución contra los movimientos independentistas en el Alto
Perú, Quito, Chile y el Río de la Plata. En este contexto, surgieron las
primeras rebeliones autónomas en el Perú, influenciadas por la revolución
rioplatense, que provocaron múltiples levantamientos en Tacna, Huánuco,
Huamanga, Cuzco, Apurímac y otras regiones. Sin embargo, estos esfuerzos no
lograron alcanzar la independencia del país, aunque las montoneras peruanas
mantuvieron una guerra de guerrillas hasta la llegada de las corrientes
libertadoras de América del sur.
En
1820, la rebelión de la Grande Expedición de Ultramar eliminó la amenaza de
invasión sobre el Río de la Plata y Venezuela, permitiendo la llegada al Perú
de las corrientes libertadoras de América del sur. La Expedición Libertadora
del Perú, liderada por el general argentino José de San Martín, desembarcó en
las costas peruanas procedente de Chile. Los realistas abandonaron Lima y se
fortificaron en el Cuzco, mientras que San Martín proclamó la independencia del
Estado peruano el 28 de julio de 1821. Bajo su Protectorado se estableció el
primer Congreso Constituyente del país. La guerra de Maynas logró emancipar el
oriente peruano en 1822. Sin embargo, ante el estancamiento del conflicto y el
decepcionante resultado de la Entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar, San
Martín se vio obligado a retirarse del Perú. La joven república continuó una
guerra de resultado incierto contra los reductos realistas en el interior del
país, lo que propició la llegada de Bolívar y la corriente libertadora del
norte, liderando el Ejército Unido Libertador del Perú. Finalmente, en 1824, la
rebelión del Alto Perú quiebra el bastión realista de la sierra, y con las
batallas de Junín y Ayacucho se selló la capitulación del ejército realista y
el fin del Virreinato del Perú.
Tras
la independencia del Perú, en abril de 1825 concluyó la campaña de Sucre en el
Alto Perú. En noviembre de ese mismo año, México obtuvo la capitulación del
castillo español de San Juan de Ulúa en Veracruz. Posteriormente, en enero de
1826, cayeron los últimos reductos españoles en el Callao y Chiloé. Una década
después, en 1836, España renunció a todos sus territorios continentales
americanos. Más allá de las emancipaciones, el Perú envió tempranamente a sus
primeros cónsules a España, desde 1840. En 1865, la reina Isabel II recibió las
credenciales del cónsul peruano Domingo Valle Riestra, quien obtuvo de facto el
reconocimiento de la independencia del Perú. Sin embargo, el estallido de la
guerra hispano-sudamericana en 1865-66, que enfrentó a España y varios países
sudamericanos, interrumpió los acuerdos hasta la firma del armisticio en 1871.
Finalmente, en 1879, España y Perú suscribieron el Tratado de Paz y Amistad.
Los
resultados de la independencia fueron diversos: en el ámbito político, se
rompió la dependencia de España, pero en los demás aspectos se agravó la
dependencia del Imperio británico y del Imperio estadounidense. En lo social,
el despojo de tierras a los indígenas se acentuó durante la era republicana.
Aunque esta población obtuvo la ciudadanía con el nacimiento de la república,
el 27 de agosto de 1821, y previamente había conseguido plena ciudadanía en la
monarquía española mediante las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812, los
indígenas continuaron siendo tratados de forma inhumana hasta bien entrado el
siglo XX. Hoy en día, el país sigue
trabajando por construir una sociedad verdaderamente democrática, donde se
garanticen y respeten plenamente los derechos de todos los peruanos.
Antecedentes
Algunos
de los primeros conquistadores españoles que exploraron el Perú hicieron los
primeros intentos de independencia de la Corona española. Intentaron liberarse
del Virreinato, que gobernaba en nombre del rey de España. A lo largo del siglo
XVIII, hubo varios levantamientos indígenas contra el dominio virreinal y su
trato por parte de las autoridades virreinales. Algunos de estos levantamientos
se convirtieron en verdaderas rebeliones. Las Reformas Borbónicas acrecentaron
el malestar, y la disidencia tuvo su estallido en la rebelión de Túpac Amaru
II.
Durante la guerra de la Independencia española (1808-1814) se perdió la autoridad central en el Imperio español y muchas regiones establecieron juntas autónomas. El virrey del Perú, José Fernando de Abascal, jugó un papel decisivo en la organización de ejércitos para reprimir los levantamientos en el Alto Perú y en la defensa de la región de los ejércitos enviados por las juntas del Río de la Plata. Después del éxito de los ejércitos realistas, Abascal anexó el Alto Perú al virreinato, lo que benefició a los comerciantes de Lima ya que el comercio de la región rica en plata ahora se dirigía al Pacífico. Debido a esto, el Perú se mantuvo fuertemente realista y participó en las reformas políticas implementadas por las Cortes de Cádiz. A pesar de la resistencia realista, el virreinato finalmente sucumbió a los ejércitos independentistas después de las decisivas campañas continentales de José de San Martín y Simón Bolívar.
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https://es.wikipedia.org/wiki/Independencia_del_Per%C3%BA