jueves, 3 de septiembre de 2015

Padres que maltratan

Los principales causantes de estrés

“Como [los niños] tienen pocos marcos de referencia fuera de la familia, las cosas que […] aprenden en casa, tanto sobre sí mismos como sobre los demás, se convierten en verdades universales que se les graban profundamente.”
-Dra. Susan Forward.

U
N ALFARERO puede tomar una masa de barro sin forma, añadirle una proporción adecuada de agua y darle forma hasta convertirla en una hermosa vasija. De igual manera, los padres dan forma a la idea que el niño tiene de sí mismo y del mundo. Con amor, guía y disciplina, el niño se desarrolla hasta convertirse en un adulto estable.

Sin embargo, ocurre con mucha frecuencia que las impresiones que se graban en la mente y el corazón de un niño proceden de padres que lo maltratan. El maltrato emocional, físico y sexual crea unos patrones de pensamientos deformados, que se arraigan con fuerza y resultan difíciles de cambiar.

Maltrato emocional

Las palabras pueden herir más que los puños. “No recuerdo un día que no me dijera que ojalá yo no hubiera nacido”, dice Jason. Karen recuerda: “Siempre me daban a entender que era mala o que no era bastante buena”.

Los niños normalmente creen lo que se dice sobre ellos. Si a un niño se le llama constantemente estúpido, es posible que con el tiempo se considere un estúpido. Dígale a una niña que es una inútil, y se lo creerá. Los niños ven las cosas desde una perspectiva limitada, y muchas veces no son capaces de distinguir entre lo que es cierto y lo que son agravios infundados.

Maltrato físico

Joe recuerda las palizas que le daba su padre: “Empezaba a descargar puñetazos sobre mí hasta tenerme acorralado contra la pared, donde me castigaba con tales golpes que me aturdía […]. ¡Y lo que me daba más miedo de todo era que nunca supe qué provocaba aquellos estallidos!”.

El padre de Jake le pegaba continuamente. Durante una de esas palizas, a Jake, que tenía solo 6 años de edad, se le rompió el brazo. “Yo no dejaba que ni él ni mis hermanas ni mamá me viesen llorar –recuerda-. Era el único orgullo que me quedaba.”

El libro Strong At The Broken Places (Fuertes a pesar de una vida accidentada) indica que sufrir maltratos físicos durante la infancia es comparable a “sufrir un accidente automovilístico todos los días, todas las semanas o todos los meses”. Dichos maltratos enseñan al niño que el mundo no es un lugar seguro y que no se puede confiar en nadie. Además, la violencia suele engendrar violencia. “Si no se protege a los niños de los que los maltratan –advierte la revista Time-, llegará el día en que tendrá que protegerse al público de los niños.

Maltrato sexual

Según cierta estimación, hacia los 18 años, una de cada tres niñas y uno de cada siete niños han sido obligados a participar en algún acto sexual. La mayoría de estos niños sufre en silencio. “Como soldados desaparecidos en combate –comenta el libro The Child in Crisis-, estos niños permanecen perdidos por años en una jungla particular de temor y culpabilidad.”

“Cuánto odiaba a mi padre por abusar de mí, y qué culpable me sentía por ello –dice Louise-. Sentía tanta vergüenza porque se supone que una niña tiene que amar a sus padres y yo no siempre los amaba.” Estos confusos sentimientos son comprensibles cuando el principal protector de un niño se convierte en el agresor. Beverly Engel formula la siguiente pregunta en el libro The Right to Innocence (El derecho a la inocencia): “¿Cómo aceptar que nuestro propio padre o nuestra propia madre, que se supone que debían amarnos y cuidarnos, tuviesen tan poco interés en nosotros?”.

Los abusos sexuales pueden deformar por completo la visión que el niño tenga de la vida. “Cualquier adulto que haya sido agredido sexualmente de niño, arrastra desde entonces profundos sentimientos de una inadaptación irremediable y se considera indigno y perverso”, escribe la Dra. Susan Forward.

No desaparece

“No solo sufre maltrato o abandono el cuerpo del niño –escribe la investigadora Linda T. Sanford-. Las familias con problemas echan a perder la mente del niño.” Cuando se maltrata a una criatura, sea emocional, física o sexualmente, es posible que crezca sintiéndose inútil y pensando que no inspira cariño.

Jason, mencionado antes, tenía tan poco amor propio de adulto que fue declarado un suicida en potencia. Al colocarse innecesariamente en situaciones que ponían en peligro su vida, daba a esta el mismo valor que su madre le había inculcado: “Ojalá no hubieras nacido”.

Las palabras pueden herir más que los puños
Reflexionando en los efectos de haber sufrido maltratos físicos de niño, Joe dice: “Es algo que no desaparece porque te vayas de casa o te cases. Siempre tengo miedo de algo, y yo mismo no me lo perdono”. La tensión de vivir en una familia en la que hay maltratos físicos, hace que muchos niños crezcan con sentimientos negativos con respecto al futuro y rígidas actitudes defensivas que más que protegerlos los aprisionan.

El incesto del que Connie fue víctima creó en ella una imagen deformada de sí misma que cristalizó en su vida adulta: “Todavía pienso muchas veces que la gente puede mirarme por dentro, y que ve lo repugnante que soy”.

Todos los tipos de maltrato enseñan lecciones nefastas que pueden quedar grabadas profundamente para cuando se llega a la edad adulta. Es cierto que lo que se aprende se puede desaprender. De ello dan testimonio los innumerables sobrevivientes que se han recuperado de los maltratos recibidos durante la infancia. Pero es mucho mejor si los padres reconocen que, desde el momento en que su hijo nace, ellos están moldeando gran parte del concepto que el niño tendrá de sí mismo y del mundo. El bienestar físico y emocional de un niño está principalmente en manos de sus padres.


Tomado de la revista ¡Despertad! 22 de julio de 1993

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