sábado, 5 de septiembre de 2015

Ayude a sus hijos a afrontar el estrés

“Muchos niños no encuentran a nadie en casa –física o emocionalmente- cuando necesitan hablar.”
(Depression – What Families Should Know)

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IEN se ha dicho que la familia es un laboratorio emocional. Es un centro de investigación en el que el niño somete a prueba sus creencias, observa los resultados y empieza a llegar a ciertas conclusiones acerca de la vida. ¿Cómo pueden asegurarse los padres de que sus hijos llevan a cabo esa experimentación tan importante en un ambiente saludable, y no en uno estresante?

Escuche

El libro The Child in Crisis recomienda lo siguiente a los padres: “Mantenga vivo el diálogo”. Como una cuerda de salvamento entre padre e hijo, el diálogo es de importancia fundamental cuando la familia ha vivido algún tipo de experiencia traumática. Nunca suponga que el hecho de que el niño no diga nada significa que se lo está tomando bien o que se está adaptando. Puede que sencillamente esté reprimiendo en silencio su ansiedad y sufrimiento, como hizo una niña de 7 años que aumentó 15 kilogramos de peso en los seis meses siguientes a la separación de sus padres.

La palabra “diálogo” indica que hablan dos o más personas. Por consiguiente, el padre o la madre no debería decirlo todo. Rick y Sue pidieron ayuda profesional cuando su hijo de 6 años empezó a comportarse mal y a desarrollar un carácter ingobernable en casa. Tras una entrevista con toda la familia, el consejero notó algo. “Los padres intelectualizaban mucho, dando explicaciones largas y a menudo excesivas –dijo-. Además, tendían a monopolizar la conversación, y pude apreciar que los niños se impacientaban.” Es provechoso dejar que los niños se expresen. (Compárese con Job 32:20). Si no pueden hablar de sus problemas cuando surgen, quizás los exterioricen después con su conducta. (Compárese con Proverbios 18:1).

El diálogo es muy importante cuando se requiere disciplina. ¿Cómo se siente el niño respecto a la corrección? ¿Entiende por qué la recibe? ¿Percibe que es por su bienestar, y no por el solo hecho de contrariarlo? En lugar de solo decir al niño cómo debería sentirse, descubra lo que hay en su corazón. Razone con él para ayudarlo a llegar a la conclusión apropiada. “Ofrezca materia en que pensar –escribe Elaine Fantle Shimberg-, pero deje que medite en ella su hijo.”

Reconozca los sentimientos del niño

Una buena comunicación alivia el estrés
Algunos padres ahogan el diálogo diciendo cosas como: “Deja de llorar”, “No deberías sentirte así” o “No es tan malo como piensas”. Es mucho mejor reconocer los sentimientos del niño. Expresiones como: “Observo que algo te ha entristecido”, “Pareces muy disgustado” o “Reconozco que debes sentirte decepcionado [de mí, o de nosotros]” (que ellos puedan ver signos de humildad, reconociendo nuestros errores o torpezas para con ellos), contribuirán al diálogo.

El libro How to Talk so Kids Will Listen & Listen so Kids Will Talk (Cómo hablar para que los niños escuchen hablen) hace un comentario muy oportuno a este respecto: “Cuanto más trate de apartar los sentimientos tristes de un niño, más se aferrará él a ellos. Cuanto mejor acepte los sentimientos negativos, más fácil les resultará a los niños desprenderse de ellos. Supongo que podría decirse que si usted quiere tener una familia feliz, más vale que aprenda a dar lugar a manifestaciones de mucha infelicidad”. (Compárese con Eclesiastés 7:3).

Muestre empatía

Muestre empatía

“Como la mayoría de los adultos ven el mundo de un niño desde su propia perspectiva –escribe Mary Susan Miller-, les resulta difícil imaginar otra vida tan estresante como la suya.”

En efecto, los padres olvidan fácilmente los sufrimientos y las ansiedades que experimentaron cuando crecían. Por eso, muchas veces minimizan el estrés que sienten sus hijos. Tendrían que recordar cómo se sintieron ante la muerte de un animal de compañía, el fallecimiento de un amigo, o la mudanza a un vecindario diferente. Deberían recordar los temores que tenían durante su infancia, incluso los que pudieran calificarse de irracionales. Recordar es una clave para la empatía.

Ponga un buen ejemplo

El modo como afronte su hijo el estrés dependerá mucho de su forma de afrontarlo como padre o madre. ¿Trata usted de aliviar el estrés recurriendo a la violencia? Entonces no se sorprenda cuando su hijo exteriorice su ansiedad de la misma manera. ¿Sufre en silencio cuando está muy preocupado? Entonces, ¿cómo puede pedir que su hijo sea franco y confiado? ¿Están los sentimientos de estrés tan escondidos en su familia, que los niegan en lugar de reconocerlos y remediarlos? En ese caso, no se asuste de los efectos físicos y emocionales que esto pueda tener en su hijo, pues, por lo general, cualquier intento de sepultar la ansiedad solo incrementará la dificultad de sacarla a relucir.

Criar hijos en un mundo de tanto estrés plantea grandes dificultades a los padres, pero el estudio de la Biblia ha ayudado a muchos de ellos. Esto es lo que deberíamos esperar, pues el Autor de la Biblia lo es también de la vida de familia. “La sabiduría de Dios se demuestra por todos sus resultados”, dijo Jesucristo (Mateo 11:19, Versión Popular). Al ir poniendo en práctica los principios bíblicos, los padres se darán cuenta de que las Escrituras son provechosas “para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia” (2 Timoteo 3:16).



Tomado de la revista ¡Despertad! 22 de julio de 1993

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