viernes, 4 de septiembre de 2015

Cómo descifrar las señales de estrés de su hijo

“Sentir estrés raras veces carece de causa: suele ser una reacción a sucesos o circunstancias particulares.” –Dra. Lilian G. Katz.

¿
CÓMO se orienta el piloto de un avión durante una noche oscura y de niebla? Desde que despega hasta que aterriza, ha de fijarse en una serie de señales. El tablero de la cabina de un avión grande cuenta con más de un centenar de instrumentos que transmiten al piloto información fundamental y le avisan de posi8bles problemas.

Criarse en este mundo cargado de estrés es como volar a través de una tormenta. ¿Qué pueden hacer los padres para que sus hijos tengan un vuelo suave desde la infancia hasta la edad adulta? Como muchos niños no hablan de las cosas que les causan estrés, los padres tienen que aprender a descifrar las señales que indican su existencia.

El organismo “habla”

El niño suele manifestar su estrés a través del organismo. Ciertas reacciones psicosomáticas –como dolencias estomacales, dolores de cabeza, fatiga, trastornos del sueño y problemas relacionados con la evacuación- pueden señales de que algo va mal.[i]

En el caso de Sharon, su pérdida de audición fue el clímax de un período de intensa soledad. Los calambres que le daban a Amy en el estómago cuando empezó a ir a la escuela estaban inducidos por el temor a verse separada de su madre. El estreñimiento de John se debía a la tensión que sentía al presenciar las peleas violentas de sus padres.


La agresión sexual de que fue víctima una niña de 10 años llamada Ashley tuvo consecuencias físicas. “Recuerdo que [después de la violación] no asistí a la escuela durante una semana porque estuve enferma”, menciona. El libro When Your Child Has Been Molested (Cuando su hijo ha sufrido abusos deshonestos) explica: “Es tal el estrés que puede provocar en el niño o la niña el peso de haber sufrido abusos deshonestos, que llega a enfermar”. Algunas señales físicas que pueden identificar ese tipo de trauma son: lesiones, dolor al evacuar, dolores recurrentes de estómago y de cabeza y dolores óseos o musculares sin ninguna causa aparente.

Cuando la enfermedad parece psicosomática, los padres deberían tomar el asunto en serio. “No importa si el niño finge o no –dice la Dra. Alice S. Honig-, lo que importa es el problema que se oculta detrás.”

Las acciones dicen más que las palabras

Una repentina alteración de la conducta suele ser una forma de pedir auxilio. El libro Giving Sorrow Words (Palabras de pesar) explica: “Cuando un buen estudiante empieza a obtener malas calificaciones merece atención, igual que la merece cuando un niño que siempre está alborotando se convierte de pronto en un ángel”.

El repentino hábito de mentir de un niño de 7 años llamado Timmy empezó cuando su madre se absorbió de lleno en el trabajo. El comportamiento descarado que empezó a manifestar de pronto un niño de 6 años llamado Adam, obedecía a sus sentimientos de incapacidad en la escuela. El que un niño de 7 años llamado Carl volviera a orinarse en la cama por las noches era un indicio de que anhelaba la atención de sus padres, que entonces parecía desviada hacia su hermanita pequeña.

Lo más preocupante es la conducta autodestructiva. Los frecuentes accidentes de una niña de 12 años llamada Sara no podían atribuirse a simple torpeza. Desde el divorcio de sus padres, inconscientemente utilizaba el hacerse daño como el medio de tratar de recobrar el afecto de su padre ausente. La conducta autodestructiva, bien mediante agresiones leves –como causarse heridas de poca importancia- o mediante algo realmente grave –como un intento de suicidio-, es una señal de una situación de intenso estrés.

Expresan lo que sienten

“De la abundancia del corazón habla la boca”, dijo Jesucristo. (Mateo 12:34). Lo que el niño dice suele revelar si su corazón está dominado por sentimientos negativos.

“Los niños que llegan a casa diciendo que ‘nadie los quiere’, en realidad le están diciendo que no están satisfechos consigo mismos”, afirma la Dra. Loraine Stern. Lo mismo pudiera suceder cuando presumen. Aunque estos parecen el polo opuesto de los que tienen poco amor propio, alardear de logros reales o imaginarios puede ser un esfuerzo por vencer profundos sentimientos de incapacidad.

Es cierto que todos los niños enferman, se comportan mal de vez en cuando y en ocasiones se sienten decepcionados consigo mismos. Pero cuando tales problemas constituyen un patrón de vida y no se observa ninguna causa directa, los padres deberían verlos como una señal y analizar su significado.

Después de examinar los patrones de comportamiento durante la infancia de seis adolescentes que perpetraron una agresión sumamente violenta, Mary Susan Miller comentó: “Todas las señales estaban a la vista. Los muchachos las habían manifestado en su vida durante años, pero nadie prestó atención. Los adultos lo veían, pero se encogían de hombros.

Ahora más que nunca, los padres deben estar alerta para reconocer las señales de estrés en los niños y hacer algo al respecto.

¿Estrés en la matriz?

Hasta un feto puede detectar el estrés, el temor y la ansiedad que su madre le comunica a través de los cambios químicos en la corriente sanguínea. “El feto en desarrollo percibe hasta la más mínima tensión que experimenta la mujer embarazada –escribe Linda Bird Francke en el libro Growing Up Divorced (Bajo el signo del divorcio)-. Aunque los sistemas nerviosos del feto y de la madre no están conectados directamente, existe entre ambos una relación unidireccional que no puede romperse.” Esto puede explicar por qué, según la revista Time, aproximadamente un 30% de los niños de 18 meses o menos padecen dificultades relacionadas con el estrés, que van desde abandono emocional hasta neurosis de ansiedad. “Los bebés de madres infelices o angustiadas suelen manifestar también infelicidad y angustia”, concluye Francke.

Cuando un niño trata de acabar con su vida

“¿Qué pasaría si durmiese cien años?”, le preguntó Lettie a su padre. Él pensó que se trataba de una pregunta infantil. Pero Lettie no estaba hablando a la ligera. Unos días después la niña fue hospitalizada por haberse tomado un frasco entero de somníferos.

¿Qué debería hacer usted si su hijo piensa en el suicidio o llega a atentar contra su vida? “Busque ayuda profesional de inmediato –insta el libro Depression – What Families Should Know (Lo que las familias deberían saber sobre la depresión)-. Tratar a suicidas en potencia no es una tarea de aficionados, ni siquiera de aquellos que manifiestan un gran interés en la persona deprimida. Usted puede pensar que ha disuadido a su familiar de suicidarse, cuando, en realidad, lo que esa persona ha hecho es callar y guardar dentro de sí todos sus sentimientos, hasta que estallan con horribles resultados.”

Con un tratamiento adecuado, existe esperanza para los niños que tratan de acabar con su vida. “La mayoría de las personas que tratan de suicidarse no quieren realmente morir –dice el libro que acabamos de citar-. Lo único que quieren es dejar de sufrir. Es una forma de pedir auxilio.” En la congregación cristiana, los ancianos pueden dar apoyo amoroso y buen consejo bíblico a los padres que no sepan qué hacer ante las tendencias suicidas de sus hijos.



[i] A diferencia de la hipocondría –que abarca dolencias imaginarias-, una enfermedad psicosomática es real. Lo que sucede es que está provocada por una causa emocional en lugar de física.

Artículo tomado de la revista ¡Despertad! 22 de julio de 1993

No hay comentarios:

Publicar un comentario